Dejar testamento no solo es recomendable para ti, independientemente de tu edad, sino útil para tus herederos

Vamos a desmontar algunos de los falsos mitos ya que es mucho más fácil, y barato, de lo que
piensas.

1. El precio: ¿es caro otorgar testamento?
El factor precio es uno de los primeros que nos invitan a pensar que otorgar testamento puede
esperar. Pero, ¿es realmente caro hacer un testamento?

 

Puede que te sorprenda pero el precio no es alto e incluso puede ser gratuito.

Según el Consejo General de Notariado, los aranceles notariales oscilan entre los 38 y los 50
euros. Si contiene mucha información o un patrimonio muy extenso puede subir algo más.

 

En cualquier caso, el precio no sirve de excusa, y además se tiene la seguridad de que se va a
cumplir el deseo del fallecido ya que su testamento quedará guardado en el Registro de Actos
de Últimas Voluntades.

 

Pero aún hay otro factor más, en lo económico, a favor de hacer testamento. Porque hay
varios tipos de testamentos, y si bien es verdad que los que se hacen ante notario confieren
más seguridad, existen otras opciones.

 

Es el caso del testamento ológrafo, el redactado y firmado de puño y letra por el testador, de
forma secreta, y sin que medie notario.

 

De esta forma una persona puede dejar por escrito quienes quiere que sean sus herederos,
siempre respetando la regla de los tercios (legítima, mejora y libre disposición) establecida por
Ley, y conservar ese documento en su poder.

 

La contra que tiene este tipo de texto es que es más fácil de impugnar en caso de que alguna
parte implicada no esté de acuerdo, ya que al ser un testamento que no pasa por notaría
existen más opciones de que sea falsificado.

 

También puede ocurrir que el difunto tuviera uno de estos testamentos y, si no lo sabe nadie,
nunca salga a la luz; por ello en caso de otorgar testamento ológrafo es recomendable
informar de su existencia a alguna persona de confianza.

 

2. El tabú de la muerte
Sí, es cierto, no nos gusta hablar de la muerte. Generalmente es un tema tabú, y ninguna
persona que goce de salud o juventud piensa en quien heredará sus bienes una vez fallecido,
más allá de reflexiones personales esporádicas o alguna conversación trascendente con
personas de confianza.

 

Pero el hecho de no hablar sobre la muerte no significa que esta desaparezca. Por ello, cuando
abordamos el tema del testamento, todas estas supersticiones deben quedar a un lado y tan
solo centrarnos en lo útil que puede ser este documento para llevar paz a tus seres queridos, o
para cumplir gracias a tu patrimonio algún objetivo que pudieras tener en vida -por ejemplo,
hacer una gran donación a alguna causa de tu interés, o ayudar a una persona concreta fuera
de la línea sucesoria establecida por Ley-.

 

3. El testamento, ¿para toda la vida?
Otro de los errores frecuentes cuando hablamos de hacer testamento es el relacionado con su
duración. ¿Piensas que no se pueden cambiar tus últimas voluntades?

 

Por supuesto que se puede, por lo que podrás adaptar tu testamento a lo que en cada
momento de tu vida estimes oportuno.

 

Es importante dejar claro que el testamento otorgado puede ser revocado en cualquier
momento, y que una persona puede hacer testamento las veces que quiera. El último
sustituirá al anterior, que queda sin validez. De esta forma el testador puede sentirse libre de
expresar sus intenciones tenga la edad que tenga, ya que cuando él lo decida, podrá rectificar.

 

Además, no hay que olvidar que prácticamente cualquier persona está capacitada para emitir
su propio testamento.

 

La Ley impone únicamente dos excepciones:

Menores de 14 años.
Personas que no se hallen en su cabal juicio, de forma accidental o habitual (por ejemplo, el
dictado durante una enajenación mental).
Por lo tanto, ya sea a través de un notario o mediante testamento ológrafo, vas a poder
cambiar las últimas voluntades siempre que lo estimes oportuno. Si optas por la opción
gratuita y privada, no olvides apuntar siempre la fecha en el documento, y destruir los textos
más antiguos para evitar posibles confusiones futuras.

 

4. Hacer un testamento es muy complejo
Este es otro de los grandes mitos que sobrevuelan sobre los testamentos. Pensamos que
tenemos que hacer una lista con nuestros bienes, derechos y obligaciones, y que tenemos que
asignar cada uno de nuestros objetos a cada persona concreta. Nada más lejos de la realidad.

 

En las últimas voluntades lo que se detallan son porcentajes. Por lo tanto, no tendrás que
pensar en todo lo que tienes ni en quién quieres que lo reciba, sino solo cuánto porcentaje de
tu patrimonio quieres dejar a cada persona u organización que consideres.

 

Hay una pequeña excepción en la que sí tendrías que hacer ese detalle. Dentro de un
testamento puedes (es opcional y nunca obligatorio) dejar un legado para alguien en concreto.

 

Se entiende mejor con un ejemplo:

Imagina que en tus cuentas bancarias acumulas 100.000 euros, y tus bienes inmuebles están
tasadas en 200.000 más. Además, tienes objetos valiosos como joyas y vehículos, por otros
100.000 euros.

 

En tu testamento solo tendrías que indicar qué porcentaje quieres que se lleve cada cual, pero
puedes indicar que cierta joya (o todas ellas), vayan a un heredero concreto, con nombre y
apellidos. Ese sería tu legado. Y tienes que tener en cuenta que cumpla con la regla de los
tercios.

 

5. Solo para personas con mucho patrimonio
¿Has escuchado alguna vez que el testamento es algo reservado para los 'ricos' y ajeno a todos los demás? Falso.

 

La cantidad de patrimonio no guarda relación con la necesidad ni la conveniencia de realizar
esta declaración de últimas voluntades, ya que incluso para una pequeña cantidad de dinero el
hecho de tener por escrito las intenciones y el reparto genera tranquilidad y ahuyentará
problemas en el futuro.

 

Obviamente, es innegable que cuando hay grandes fortunas es más probable que existan
disputas por ser heredero. Pero no es necesario llegar a ese punto. Casos prácticos sobran y es
probable que tú, que estás leyendo esto, conozcas de algún familiar o amistad a los que la
herencia haya dividido. Y es que, aunque resulte paradójico, el ser heredero en ocasiones
puede resultar contraproducente, y no en términos económicos, sino como consecuencia de
las disputas familiares abiertas por conseguir una propiedad o algo de dinero.

 

Con un testamento de por medio, las disputas serán menos para tranquilidad de los
herederos.

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